Arthur C. Clarke, escritor y científico británico, es el creador de la mítica y archiconocida novela «2001: Odisea del Espacio» 👽 desarrollada paralelamente a la obra cinematográfica de Kubrick (donde fue guionista). Aparte de ser un maestro de la ciencia ficción, es un hombre interesantísimo que esconde muchas otras cosas que no sabíamos sobre él y descubrimos al adentrarnos en su mundo a través su casa en la capital de Sri Lanka.

Gracias a nuestro amigo Fanego de 2geeks1city, descubrimos que el gran Arthur C. Clarke vivió en Colombo durante 52 años hasta su muerte en 2008. Al saber esto, y al gustarte la ciencia ficción, ¿Cómo no vas a querer ver dónde se produjeron esas novelas? ¿Dónde nacieron esas palabras? ¿A qué ventana miraba Arthur cuándo pensaba en su próximo argumento? Las ganas de conocer su casa iban en aumento. Pero claro, es una casa privada y no está abierta al público…

La entrada de la casa de Arthur C. Clarke

Habíamos leído en un blog inglés que nos pasó nuestro amigo el éxito de un fan al entrar en el mundo donde creaba Arthur C. Clarke, pero finalmente fue en otro post en castellano donde encontramos la dirección de la casa. En el mapa que hay a continuación tenéis la ubicación exacta, tenéis que ir a Barnes Place 25:

Ponemos la dirección en Google Maps y emprendemos misión en nuestro tuk tuk Rojillo que hemos alquilado para explorar el país por segunda vez. Llegamos a la supuesta calle mencionada y no encontramos el número… Paramos el tuk tuk para mirar mejor el mapa y se nos acerca un vigilante de seguridad con semblante serio. Estamos en frente a la Embajada de Irak y nos dice que no podemos estar ahí

Ponemos el Rojillo rápidamente en marcha y bajamos la calle hasta que finalmente descubrimos el número 25 en una callejuela escondida que sale de la calle principal. Se nos acerca otro vigilante, este con un semblante risueño. Es Upali, vigilante de seguridad de la casa del n° 25 desde hace muchos años. Vemos una placa de metal en el alto muro blanco que pone «Leslie’s House – Arthur C. Clarke – Héctor Ekanayake».

Después de charlar con el encantador Upali (‘Sir Clarke was a very nice man, he would always welcome visits‘) timbramos. Esperamos unos 10 minutos y cuando la esperanza de adentrarnos en su mundo está casi perdida, se acerca un chico joven. Es un trabajador de la casa, nos pide que esperemos. Esperamos un poco más y al rato viene a decirnos que entremos. Estamos emocionadxs.

Chris, Upali y la mano de Inês (que sale cortada...)
Chris, Upali y la mano de Inês (que sale cortada…)

El crujir de las puertas de hierro oxidadas al entrar en la enorme finca otorga más misticismo al momento.

Pasamos por el telefonillo con su nombre para entrar en la casa de dos plantas, nos espera otro trabajador y entramos finalmente en su mundo.

Nosotrxs en la entrada de Sir Arthur C. Clarke. ¡Todavía no nos lo podemos creer!
Nosotrxs en la entrada de la casa de Sir Arthur C. Clarke. ¡Todavía no nos lo podemos creer!

Fórmulas escritas en el cristal de las ventanas con las palmeras cingalesas de fondo, la distancia de cuánto nos separa de Marte (aunque aquí parezca que estamos más cerca), el aviso de que los agujeros negros no están a la vista, muchos libros y VHS.

En un escenario donde te esperarías encontrar una bella y vintage máquina de escribir, sobresale y reluce la blanca pantalla de un Mac. Claro. La verdad es que le pega.

Su escritorio, al lado de esa ventana donde miraría pensando en el próximo argumento o viendo si se acercaba algún asteroide, varias fotos autografiadas y dedicadas a Sir Arthur por distintas expediciones de la NASA, una de Elizabeth Taylor y algunas fotos personales, con su familia humana y su familia perruna, a la que quería con locura.

De estas fotos personales se destaca una de Leslie, su compañero. Ah, claro, Leslie’s house. Empezamos a encajar piezas como si de un puzzle de una de sus novelas se tratara.

Nos perdemos por el encanto que tiene esta particular oficina de ficción científica y cuándo estamos mirando una foto enorme de la superficie lunar, nos abren otra puerta. Era su habitación.

Nos llamó especialmente la atención que todos los cajones del viejo armario de madera de la habitación estaban identificados con su contenido. Camisetas, calcetines, calzoncillos. Qué metódico debía ser. O qué despistado, pensamos.

Recibimos el sol desde la terraza de su habitación como imaginamos lo haría él en su día y damos un último repaso a los auténticos tesoros que esconde esta oficina. Hay una estantería especialmente representativa pero no lo sabríamos hasta después de un hora: un Space Man, una taza de la NASA y una taza con ballenas. Esta última parece que no pega tanto aquí ¿verdad? Pues más adelante entenderás por qué una taza con estos animales marinos. :)

Ya llevamos un buen rato en el mundo de Arthur C. Clarke y no queremos abusar así que pedimos una foto con los dos trabajadores de casa muy amables que nos dejaron entrar, y que al haber trabajado con Sir Arthur nos explicaron varias cosas a lo largo de la visita, y empezamos a bajar las escaleras desde una sala repleta de diplomas de él.

Estamos a punto de irnos y nos saluda el señor de la casa de enfrente. Es Héctor Ekanayake, gran amigo y compañero de negocios de Sir Arthur C. Clarke. ¡Qué suerte tenemos!

Está con el torso desnudo y unos calzoncillos con la goma azul se asoman a sus vaqueros. Qué curioso, ponen «Monday» en la goma y…¡hoy es lunes!…Todo encaja en esta casa 😱. Nos invita a entrar  a su casa mientras nos pregunta de dónde somos y qué hacemos por ahí. Nos recibe un cuadro de Arthur con su chihuahua a la entrada de su casa.

Le contamos todo, desde nuestros planes cingaleses a nuestra admiración por el escritor de la casa de enfrente. Le hace mucha, muchísima gracia que sea la segunda vez que conducimos un tuk tuk por el país. Nos suelta: «That’s the true way of discovering this country» con una gran sonrisa.

Nos enseña el cementerio de los perros de Arthur en su jardín. Se desahoga un poco, entre la salud del país y el cuidado en los últimos días de salud debilitada de Arthur. Los ojos se le humedecen.

Nos cuenta cómo él, Héctor, y Arthur montaron juntos un centro de buceo, Underwater Safaris, una pasión que unía a ambos. Que de hecho el buceo es el motivo de que Arthur haya vivido más de la mitad de su vida en Sri Lanka. ¿Ahora entendéis el por qué de la taza con ballenas? :)

Viendo lo entusiasmada que estaba Inês, a quien le encanta bucear, nos pregunta si queremos conocer el centro de buceo Underwater Safaris de Colombo ( el otro está en Trincomalee, en la costa este del país y a donde iríamos unos días después), ya que está al lado de su casa. Claro, ¡vamos!

Vemos la máscara de buceo graduada del mismísimo Arthur C. Clarke; botellas, aletas, chalecos, trajes; y una foto de Héctor muy joven frente a tooodos los equipos que tenían en el centro Underwater Safaris.

Resulta que en 1955, de camino a bucear en la Gran Barrera de Coral australiana, Arthur paró por estas tierras. Llegó a su destino como estaba planificado pero la magia de Ceylán ya no salió de su increíble mente hasta que regresó. Sabía que aquí era donde tenía que vivir.

Nosotrxs percibimos la magia de Ceylán por segunda vez y hoy percibimos la magia de Sir Arthur C. Clarke más cerca que nunca.

It has been said that the biggest remaining challenge in terms of human health and welfare is not so much to add years to life, but to add life to years. «

My Vision for Sri Lanka in 2048, Arthur C. Clarke

Gracias Sir Arthur. Hoy nuestro día ha sido más vivo que nunca.

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