Una de las experiencias más emocionantes que viví durante el año viajando por Asia fue conocer a las haenyeo, las abuelas buceadoras de la isla surcoreana de Jeju. Fue un sueño hecho realidad y ¿qué mejor que estrenar la Fujifilm amarilla y empezar el proyecto de FotoRegalos de Randomtrip con ellas?

Así fue, el día de mi cumpleaños decidimos pasarlo en la pequeña isla de Udo, a 15 minutos en ferry desde la isla de Jeju, la maravilla natural del Mundo que disfrutábamos esa semana.

Ya habíamos visto a las haenyeo en acción unos días antes en Jeju. Estas increíbles mujeres surcoreanas bucean a pulmón hasta 10 metros, sin utilizar ningún aparato respiratorio (las más expertas aguantan hasta 3 minutos) cogiendo el marisco que les da sustento. Si sólo con este párrafo te entraron las ganas de saber más sobre estas increíbles guerreras, echa un ojo al artículo que les dediqué en Diario Publico. 

En toda la isla de Jeju y la cercana isla de Udo se palpa la cultura de las haenyeo en cada rincón: en murales y estatuas homenajeándolas o, con suerte (como la que tuve esa tarde de Mayo), viéndolas bucear en el mar. Lo que todavía no había conseguido era hablar con ellas.

¡Y fue el mejor regalo de cumpleaños: charlar con dos haenyeo que acababan la jornada del día en la isla de Udo!

Entre las pocas palabras que me había aprendido en coreano ese mes por el país se encontraban algunas propias de la cultura haenyeo que facilitaron la charla: el sumbisori (el peculiar silbido que resulta de la combinación de la inhalación de oxigeno y liberación de dióxido de carbono que acumularon en sus inmersiones y gracias al cual pueden trabajar más horas con menos periodos de descanso necesario); el muljil (la herencia de sabiduría y técnicas pasadas de generación en generación); el bulteok (su cobijo sororo de preparación y desahogos donde se encuentran todas antes y después de las inmersiones); y el tewak (el recipiente naranja con red que flota, donde van guardando lo que recolectan en el mar), fueron algunos de los conceptos que lograron que les sacara una sonrisa a estas dos increíbles mujeres que tenía delante.

Como me dijo una de ellas, era la primera guiri con la que charlaba que sabía estos términos. Le expliqué que era una enamorada del mar, del buceo y que cuando descubrí la cultura milenaria de las haenyeo no paré hasta conseguir cumplir ese sueño: verlas bucear y conocerlas en directo.

Después de la charla les pregunté si querían una foto. ¡Quería estrenar la cámara que había recibido esa misma mañana y que cumplía un deseo viajero con ellas! Así fue. :)

Fujifilm amarilla en mano y ¡CLICK!. Se nota que era principiante y no controlaba la técnica muy bien… Las encantadoras haenyeo salen con la cara demasiado blancucha y la foto salió un poco quemada por el sol pero se emocionaron al ver reveladas sus sonrisas en menos de 1 minuto. Les dediqué un «Obrigada» en la foto firmada (era la primera turista portuguesa que conocían) y un «Kamsa hamnida» en la despedida. La foto se quedó en el tewak naranja para que el viento no la llevara hasta que se fueran a casa.

Este fue el primer FotoRegalo por el mundo de los muchos que vendrían (y que siguen viniendo) con ilusión.

Hoy, hay dos haenyeo maravillosas con una foto instantánea quemada por la luz (había mucha luz ese día, dentro y fuera de nosotras) firmada por esa chica portuguesa que se acercó a ellas la tarde de su cumpleaaños, diciendo palabros coreanos con un acento raruno pero unas ganas infinitas. Hoy, hay una chica portuguesa que lleva el amor por el mar y el recuerdo de esa tarde de Mayo tatuado no solo en el alma, también en la piel.

해녀 es «Haenyeo», literalmente «Mujer del Mar» en hangul, el alfabeto coreano.

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